Desde hace a lo menos 35 años, una parte de la discusión política de izquierdas ha girado en torno a la idea de converger en un solo partido. Mirando las cosas con más de tres décadas de distancia, no existen muchas razones de fondo, hoy por hoy, para que socialistas, radicales y militantes del Partido por la Democracia (PPD) no converjan en un solo partido. En ausencia de pugnas entre proyectos políticos e históricos antagónicos (que no existen), converger no solo es lógico, es racional.
