El espectáculo terminó. Donald J. Trump es presidente de los Estados Unidos. Se inaugura con un huracán de “ordenes ejecutivas” firmadas a la carrera. También blandiendo, a diestra y siniestra, el garrote de la guerra comercial. Todo ello envuelto en una retórica nacionalista, aislacionista, y con un despliegue desvergonzado de ambiciones territoriales que recuerdan las épocas del avasallador expansionismo de los Estados Unidos en el siglo XIX y comienzos del XX.
