
Cuando la clienta llevaba un tiempo acudiendo a la clínica a hacerse tratamientos estéticos, le ofrecían dar un paso más. Le proponían atravesar la puerta número 2 y someterse, por un precio inferior al de mercado, una cirugía. Aumento de pecho, liposucción, blefaroplastia… el catálogo era amplio. Los peligros, también. Wendy y Sandra, las supuestas médicas que cogían el bisturí no contaban con la certificación para llevar a cabo cirugías. Una de ellas ni siquiera tenía ningún tipo de titulación médica, la otra era médica de atención primaria en Colombia. Varias de sus pacientes acabaron con desperfectos o infecciones, pero ellas tenían un método para que se callaran y no denunciaran que les ha funcionado mucho tiempo.



