Suele pasarme y me gusta cuando me pasa: el placer de escribir sobre algo no porque lo sé sino porque quiero saberlo. En realidad esa debería ser la definición del periodismo. Pero muchas veces el columnismo, su enfermedad senil, hace lo contrario: escribe sobre lo que supuestamente sabe, no averigua, derrama convicciones cual aceite de máquina rota.
