Aleksandr Lukashenko no olvida que hace casi cinco años, en el verano de 2020, estuvo a punto de ser destronado del poder que ostenta desde 1994. Los cientos de miles de bielorrusos que protestaron contra el fraude electoral en los comicios de aquel año todavía temen que el servicio secreto, el KGB local, les identifique en alguna imagen. “Grabaron todo, siguen rastreándonos, son años de limpieza sistemática”, cuenta a este periódico uno de los manifestantes que protestaron contra Lukashenko. “No hay un día que no detengan a más gente. Vives con el miedo de que un día se presenten en tu puerta”, añade. Casi un lustro después nadie espera protestas tras las elecciones presidenciales de este domingo. Sus líderes están en la cárcel o en el exilio, como miles de bielorrusos más.
