La opa del BBVA pierde fuelle, porque el Sabadell incrementa su vínculo con los accionistas tradicionales tras volver a su sede catalana: a la normalidad, tras siete años de exilio. Porque el 20-N, Competencia (la CNMC) malogró el calendario rápido previsto por el opante, al abrir “una segunda fase” de examen, más exigente. Porque el nuevo impuesto a la banca gravaría más a la entidad resultante, más grande (incorpora progresividad). Y porque el asalto de Donald Trump a la economía mexicana, donde BBVA cosecha en torno al 60% de sus beneficios, lo complica todo.
