La única persona en Traspinedo (Valladolid, 1.000 habitantes) que sonríe al ver un cartel con la foto de Esther López se llama Carmen y tiene dos años. Es, sería, su sobrina. Nació al poco de morir su tía, de 35 años, el 13 de enero de 2022, y del hallazgo de su cadáver en una cuneta cercana al pueblo el 5 de febrero. El único sospechoso es un viejo amigo de la familia. La nena, habituada a cámaras de televisión, mira la lente del fotógrafo y con su temprana verborrea canturrea el “¡Justicia para Esther!” que se cuela en los juzgados cuando se concentran sus parientes y amigos. Su madre, Inés López, odia esos rótulos verdes con la imagen sonriente de la víctima. “Vivo por y para que a mi hermana se le conceda la justicia que merece”, afirma, esperanzada tras tres años de laberinto. Confía en que las últimas pruebas pedidas por la magistrada desemboquen en juicio.
